Comentario
Los siglos X al XIV marcaron el cambio social, político, económico y cultural que más incidencia tuvo en la historia china. Durante este largo período de tiempo se sucedieron las dinastías, suplantándose unas a otras o bien conviviendo en el tiempo, pero no en el espacio. Las diferencias entre el norte y el sur se acentuaron, pudiéndose hablar de conceptos diferenciadores.
El norte fue constantemente asolado por nuevas dinastías de procedencia extranjera y debió asumir una actitud pasiva, tanto desde el punto de vista de defensa militar como del de sus realizaciones artísticas y culturales. Sus campos dejaron de ser autosuficientes durante largos períodos de tiempo por las necesidades de la guerra y el pastoreo impuesto por los nuevos señores, pasando a depender de la economía del sur.
El sur se fue poblando de todos aquellos que lograban huir del infierno de la guerra y que impulsaron nuevas formas de vida, acordes con la tradición china en su aspecto más amplio. La agricultura y el comercio se vieron favorecidos por estos pobladores en su afán de supervivencia, apareciendo nuevas estructuras sociales, económicas y culturales que elevaron los territorios al sur del Yangzi a cotas sin igual. El resurgimiento económico tuvo su consecuencia más visible en el mundo de la cultura y en las realizaciones artísticas: porcelana, pintura, poesía... Para estas artes, bien se puede decir que fueron unos siglos marcados por el afán creador y el clasicismo más exquisito, vivo reflejo del espíritu artístico chino.
Sería en esta dicotomía territorial donde se desarrolló un lento proceso de invasiones que sirvieron para facilitar las conquistas del norte sobre las codiciadas riquezas del sur. Mientras las dinastías Liao (907-1125), Xi Xia (1032-1227) y Jin (1115-1234) se fueron sucediendo en los territorios del norte, una nueva fuerza militar se expandía por toda Asia, poniendo cada vez más su interés en la conquista definitiva de China.